domingo, 23 de diciembre de 2012

DOS AÑOS.

Hola majos.
Celebramos nuestros dos años de tertulias literarias y Miguel Angel y yo coincidimos casi en el relato que dedicamos a estas tertulias. Así que lo cuelgo para los que no pudisteis acudir.



DOS AÑOS

“Agradecido,
emocionado,
 solamente puedo decir,
 gracias por veniiiir “

Absurdo, como el rey de la astracanada, así pretendo sea el relato de hoy. Porque parece absurdo que en una sociedad como la nuestra hayamos pasado a tener dos años de envidiable buena salud en las tertulias literarias. Si si señora, eso de leer y de hablar de libros.
Dos años o, como me gusta decirlo, un siesto de tertulias (porque aplicando la propiedad asociativa de las letras, si bisiesto es cada 4 años y el prefijo bi significa dos, siesto por tanto será cada dos). Pues eso, un siesto de tertulias en los que nos han acompañado varios insignes personajes, como: Borges, Cortazar, Pardo Bazán, Becquer, Murakami, Montpassant, Poe,… o, como en esta ocasión, la estupenda Anaís Nïn (Buen personaje para celebrar algo, se la ve festera).
Varios contertulios distintos nos han honrado con su presencia; pero como ya sabéis quienes son, paso a otra cosa que no soy de peloteos.
En esta tertulia tenemos y disfrutamos de personajes ya épicos: el prudente y ácido a la vez Miguel Angel (por supuesto flanqueado siempre por su fiel escudero Pepe),  la mujer de memoria prodigiosa y biblioteca móvil Mercedes (que, nos entendemos, no es que sea una biblioteca móvil de marca del carrocero alemán, si no que se llama así), la revoltosa y parlanchina Mónica, la nota exótica que da un punto internacional Enmanuelle, el sensible poeta asesino de mil muertes distintas Jesús, el Casanova declamador oficial Miguel, el vehemente e irónico buscador de adivinanzas Salva, el conservador ligeramente carpetovetónico Berardo (siempre hace falta gente así en cualquier tertulia que se precie), la elegante y sensible Isabel, la tímida y callada Margarita, y el esquizoide y divo Víctor. (Como veréis, para mantener el anonimato de los contertulios, no doy apellidos. Que cada cual adivine a quien me refiero).
Claro que me dejo gente; perdonar los demás; es por orden de acceso a la tertulia, no por orden de importancia. Perdonar los nombrados, no estoy diciendo que no seáis importantes. Perdonar todos, me estoy metiendo en un fregao.
Y que voy a decir de lo que hemos probado en las tertulias; porque sin vino y viandas las tertulias adolecen de predisposición al hambre y la sed.  Así, hemos degustado a lo largo de dos años: conejos hideputas, ancas de rana, gacela, bisonte, springboock, poularda, bacalaos, pollos morunos, pato  y por supuesto quizás el plato más exótico con el que hoy además nos recrearemos, el canguro.
Por todas estas cuestiones y algunas más que me he dejado en el tintero incluso mucho menos importantes que éstas vuelvo con lo de…  (entona por favor Miguel, como si fueras Conchita Velasco)
“Agradecido,
emocionado,
 solamente puedo decir,  (Todos Juntos)
 gracias por veniiiir “






Por cierto, la próxima tertulia se celebrará el 7 de Enero de 2013.

Los deberes son estos:
Leer: Cierra los oidos (www.cuentoszen.com/cierra-los-oidos.html)
Escribir tema: Nariz  

Con este tema tan Quebediano me despido, eso si, deseandoos a todos las mejores fiestas navideñas posibles.

Un abrazo majos


martes, 4 de diciembre de 2012

SEGUNDO ANIVERSARIO DE NUESTRA TERTULIA



Con motivo del segundo aniversario de nuestra Tertulia Literaria de la Bodega Adolfo, os pongo mi participación en la última reunión de ayer, día 3 de diciembre de 2012. Espero que os guste.


MI TERTULIA
            Dice nuestro anfitrión que la tertulia tiene ya dos años de vida. Yo no estuve en su jornada inaugural. Llegué unos meses más tarde, y vine a comer canguro.
No recuerdo qué libro estaba presentando, ni quiénes me acompañaban en la mesa, ni el local donde se hacía la presentación. Fue una de esas jornadas aburridas que ya habría sido borrada de mi frágil memoria si no fuera porque mi editor, sentado a mi lado, me susurró al oído, librándome por unos momentos del tedioso discurso de uno de los presentadores: “¿Te apetece cenar canguro?” Mi curiosidad gastronómica es insaciable, así que me apresuré a asentir con la cabeza. Un rato más tarde, entrábamos en la bodega y fui presentado a los tertulianos. Por supuesto, cené carne de canguro, muy bien guisada por el dueño del establecimiento, escritor de interesantes y amenas novelas históricas, como pude comprobar más tarde. Me gustó el ambiente y la gente que allí se reunía ante aquellos platos exóticos y, sobre todo, ante las opiniones de personas muy valiosas. A mi derecha se sentaba una mujer atractiva y simpática que resultó ser la persona más culta y leída que jamás he conocido, genial poetisa y escritora. Frente a mí, un hombre curtido, de barba canosa y unas curiosas gafas de leer que se desmontan por el puente, ejercía de lector de los excelentes trabajos de todos los contertulios. Traumatólogo, comprometido con la humanidad, viaja todos los años a África a enderezar piernas y curar fracturas de los niños nativos; es un gran tipo. A ese lado de la mesa, algunas de sus colegas doctoras: una anestesista de rostro bondadoso, una pediatra de actitud reflexiva y resuelta, y la que después sería mi médica de cabecera… y también una amiga siempre alegre y feliz de la vida, y otra seria, militante y formal… Junto al anfitrión se sentaba un poeta y narrador de mirada escéptica, escritor de bellas historias de final generalmente trágico, y un erudito de finísimo sentido del humor, que nos ha ido sorprendiendo con ingeniosas adivinanzas sobre temas literarios. Y a mi izquierda – geométrica, se entiende - un veterano piloto de sorprendentes opiniones. Después han venido otros que han enriquecido el grupo; unos se han quedado y otros no, como mi editor, que tras unas cuantas reuniones no volvió a aparecer, o algún ilustre literato que nos visita solo de vez en cuando. Entre las nuevas presencias hay que destacar a una compañera que nos sobrecoge con historias de una dureza y un desgarro tremendos, algunos entusiastas de sólida formación, y un buen amigo cuyas opiniones estimo muchísimo.
La tertulia suele comenzar a las 9 de la noche, un lunes de cada dos, con la lectura, por parte del médico de la voz profunda, de los trabajos en prosa que aportan los tertulianos y alguna composición de nuestros poetas. Por su estilo, es fácil averiguar quién es el autor de cada texto. Después viene la cena preparada por el anfitrión, que a menudo nos presenta originales guisos, como ancas de rana, canguro, potro, búfalo… qué sé yo. Se opina de algún escrito corto de autor famoso y se termina con las adivinanzas y los “deberes” para la próxima reunión. Pero lo más interesante, sin duda, son las personas. Para mí, la tertulia se ha convertido en una parte muy importante de mi vida, en una de esas cosas que lo mantienen a uno despierto. La confección, cada quincena, de un relato de una sola página que dedico a mis compañeros, es mi actividad predilecta, y un acicate para seguir escribiendo en esta época de crisis y editores remisos. No soy persona de halagos ni confesiones en público, me comunico mejor por escrito que de viva voz; así que esta redacción me vendrá muy bien para expresar a mis amigos de la tertulia cuánto los aprecio a todos y lo muy importantes que son para mí.
            En cuanto al editor, le estoy profundamente agradecido por haber publicado tres de mis mejores obras; pero todavía valoro más, infinitamente más, aquel gesto que tuvo de invitarme una noche a cenar carne de canguro. Nunca se lo agradeceré bastante.                                                                                     
 Miguel Ángel Pérez Oca.