martes, 6 de septiembre de 2011

¡ME VOY DE VACACIONES!

Me voy unos días a Galicia a ponerme morado de percebes y alvariño. Os dejo una "perla" titulada "¡Estoy harto!" con la que espero, por vuestro bien, que ninguno de vosotros esté de acuerdo. Faltaría más.
Besos y abrazos, y hasta la semana que viene.
MAPérezOca.


Estoy harto de escuchar la radio, poner la tele, abrir el periódico y que solo me hablen de economía, del paro, de la crisis, de los perversos mercados, de los gobiernos culpables, de la juventud frustrada, indolente o utópica, de los economistas que nos dan lecciones a toro pasado, de los políticos carroñeros que nos dicen que van a solucionar todos los problemas pero nadie sabe cómo, de los Papas y curas demagogos que se aprovechan de una manera u otra de los jóvenes ingénuos y tiernos, de los gurús de la kultura, de los dictadores a los que se combate solo si tienen petróleo en la finca, de los traficantes de armas, de los traficantes de drogas, de los traficantes de hambre, de la doble moral de los poderosos píos y correctos que violan camareras de hotel, de la violencia contra los diferentes y contra las mujeres, de la que se avecina...
Llevo toda la vida muerto de miedo; toda mi juventud esperando la caída de un pepino nuclear soviético, que luego me enteré que eran de cartón piedra y tardaban horas, no minutos, en poder ser lanzados. Me asustó y me engañó Franco, me amenazó el zar soviético de turno en nombre de sus trabajadores que, según creíamos los ingénuos comunistas de entonces, vivían en la gloria proletaria, me asustaron los yankis con sus bases y su chulería a lo John Waine mientras protegían al dictador católico y apostólico que andaba bajo palio.
Ahora me atemorizan los economistas, los mandamases de la industria farmacéutica, los salvadores que predican contra el tabaco, el alcohol, el colesterol y todos los pequeños placeres de la vida y prefieren prohibir en lugar de enseñar moderación.
Maldigo a los economistas que no previeron la crisis, o nos la ocultaron, a los bancos que son los únicos que no pueden perder uno solo de los euros que les confiamos llenos de candor, a los mercados que somos todos en este sistema infame, corrompido y fracasado, condenado a una crisis permanente, camino de la nueva esclavitud y la humillación definitiva de los que siempre han sido pobres, aunque creían (creíamos) que una hipoteca milagrosa y generosa nos iba a sacar a todos de la modestia.
Me gustaría tomar el Palacio de Invierno y hacer la revolución para traer una nueva sociedad verdaderamente justa a este mundo, pero sé que no hay nada que hacer, que las revoluciones acaban siempre en sainete, que este mono desnudo, brutal y pedante, que somos no tiene arreglo. Que un depredador, cazador innato y comedor de carne sanguinolenta, como el mal llamado homo sapiens (qué risa, sapiens) no puede aspirar a una vida pacífica y equitativa. Que estamos condenados a lamentarnos por toda la eternidad de nuestra efímera existencia, a sufrir con respeto y humildad ciudadana los desplantes y las chulerías de los líderes natos y de los líderes por derecho de sangre, o de pernada, o de enchufe.
Y aún podría estar peor, me digo, si me quitan el derecho al pataleo (en mi blog y poco más, ¿eh?), o a votar entre los "carotas" y los "tontilocos" (Cela Jr. dixit) cada cuatro años, mientras los poderes "económico-fácticos" se ríen en mis narices.
Me da asco esta sociedad fracasada que nada me ofrece, que arrastra sus frustraciones detrás de un paso de Semana Santa, o desde las gradas de un campo de fútbol, o en el seno de un botellón. Me molesta el olor a sudor y a rancio de las aglomeraciones fervorosas.
Así que voy a tomarme un respiro. Me marcho a Galicia unos días, a ponerme morado de percebes, alvariño, nécoras y filetes de buey. Qué le voy a hacer: yo también soy una fiera carnívora y lujuriosa.
Hasta la semana que viene, que tampoco me voy para siempre al valle de Sangri La, que ya sé que no existe.
Miguel Ángel Pérez Oca, el mono vestido.

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